¡Maldita Incertidumbre!

Cada mañana,  mientras el sol se abre paso entre las montañas y sus rayos golpean mi ventana, con cierto afán de que es hora de enfrentar el mundo.

Mientras trato de abrir lo ojos, los cuales siento pesados, como si la noche no hubiera sido lo suficiente como para recuperar la energía que se necesita para salir de debajo de estas cobijas.

¿Hay motivos?, sí, quizás muchos, pero no son lo suficientemente para mí, no son más grandes que La Paz, que trae el abrigo que me producen estas cobijas, no son más grandes que los rayos de sol que intentan colarse por la rendijas de mi cortina.

Siempre he escucha decir, “un nuevo día,  cosas nuevas", pero desde hace mucho los nuevos días llegan, pero las cosas nuevas no, y no porque no se luche, más bien empiezo a creer, que la incertidumbre que produce el mundo,  está derritiendo los sueños.

Siento cada mañana como los sueños se derriten entre mis dedos y se van, estarán pensando que soy demasiado pesimista,  o que necesito tener un espíritu de lucha constante.

Lo que necesito es que la incertidumbre que reina en nuestras vidas se reduzca solo un poco, para volver a creer en mis sueños, en mis anhelos de mi infancia.

Maldita incertidumbre que algunos elocuentes disfrutan, para vender sus ideas vacías de un futuro promisorio, mientras cientos, miles de desmoronan por adentro, sin comprensión, sin vida aunque estamos vivos, sin esperanza en un mañana mejor.
La incertidumbre es esa plaga que se expande silenciosamente, que entra cada mañana, de manera sigilosa y se cuela en nuestra mente para ahogar nuestros deseos.